Un nuevo despertar para el barrio de A Tinería

Lugo
photo_camera Imagen de A Tinería desde la muralla, con la catedral al fondo
Tras un siglo XX en decadencia, el distrito del interior de la muralla recupera lustre gracias al esfuerzo de los emprendedores y las administraciones

Situado en la Porta Miñá, una de las entradas originales y, según algunos, la más antigua de la muralla romana de Lugo, el barrio de A Tinería posee historia y un halo de misterio. Es un espacio en el que conviven la herencia, la decadencia y la esperanza. Tras sufrir un prolongado declive en el siglo XX, ahora trata de resurgir en una de las zonas más singulares de la ciudad.

El topónimo «A Tinería» remite al mundo del cuero. Durante la Edad Media y parte de la Edad Moderna, el barrio fue el centro del gremio de los curtidores, que utilizaban grandes tinas —recipientes donde trataban las pieles con agua, cal y taninos—. Su localización era ideal: en el interior de la muralla, próxima a manantiales naturales y al regato da Mosqueira, que en la actualidad es subterráneo y baja hacia el río Miño. La presencia de la Porta Miñá, por donde discurría la antigua calzada romana y, en la actualidad, el Camiño Primitivo, convirtió A Tinería en un punto de paso, comercio y vida.

A Tinería era uno de los espacios que mejor conservaban la huella de la ciudad popular. Allí convivían trabajadores, oficios humildes, caminos de entrada y salida...

Pero esa vitalidad no evitó su lenta degradación. A partir del siglo XIX, con la expansión urbana y el desplazamiento de los centros de poder hacia la Praza Maior, A Tinería fue relegada a un segundo plano. En el siglo XX se acentuó el declive. La zona se empobreció, perdió población y pasó a ser percibida por la administración y la prensa local como un foco de prostitución e inseguridad.

Durante las décadas de 1980 y 1990, el barrio presentaba una imagen de abandono. Muchos edificios, de alto valor patrimonial, estaban en ruinas. La población era envejecida o itinerante. A Tinería pasó de ser un barrio con identidad propia a un estigma en el imaginario lucense. Algunos lo observaban con recelo, sin atreverse a cruzar el umbral de sus calles. Y, desde su interior, algunos vecinos interpretaban que vivían en un barrio invisible.

En 2002, la Xunta de Galicia puso en marcha un plan de rehabilitación integral que incluía expropiaciones, restauración de viviendas e incentivos para nuevos negocios y alquileres. El proyecto, enmarcado en las Áreas de Rehabilitación Integral (ARI), pretendía «dignificar el casco histórico» e integrar A Tinería en la nueva imagen de una Lugo turística y monumental.

La intervención fue considerada por algunos urbanísticamente correcta, pero socialmente deficiente. Las viviendas rehabilitadas permanecieron vacías durante años, muchas de ellas sin demanda real. Se produjeron quejas vecinales por el desarraigo y por la escasa participación ciudadana en el diseño del nuevo barrio. El sueño de la recuperación parecía más una operación cosmética que una revitalización efectiva.

Sin embargo, se había dado un primer paso en la reconstrucción. La apertura de locales de hostelería devolvió movimiento al barrio. Y con él, la posibilidad para muchos lucenses de adentrarse por fin en una zona que durante décadas había sido contemplada con desconfianza desde la distancia.

A partir de la segunda mitad de la década de 2010, la situación comenzó a mejorar de forma gradual. El reconocimiento del Camiño Primitivo por parte de la UNESCO trajo nuevos flujos de visitantes. Y el barrio, al pie de la Porta Miñá, empezó a revalorizarse. Se abrieron pensiones, negocios de hostelería y tiendas orientadas al viajero.

La Xunta instaló en el barrio su sede administrativa provincial y el Centro de Interpretación de la Muralla, lo que favoreció un uso institucional del espacio. También se celebraron actividades culturales y rutas guiadas que recuperaron los matices gremial e histórico del lugar.

Para algunos, A Tinería es la metáfora perfecta de Galicia: un lugar castigado que, cuando despierta, es capaz de recuperar la dignidad con belleza. Y ese atractivo está presente en sus calles empedradas, en las galerías restauradas, en la memoria latente de las rúas Tinería, Campo do Castelo o Mosqueira...

A Tinería sigue siendo a día de hoy un espacio en transición. No está completamente recuperado, pero ya no es aquel territorio estigmatizado que muchos evitaban nombrar, y mucho menos recorrer. Ahora conviven en él nuevos negocios turísticos, vecinos históricos, restos de abandono y brotes de vida cultural. La ciudad vuelve a mirar hacia esa esquina que durante años fue su espejo roto. 

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