Lugo, la ciudad en la que los jóvenes reinventan el ocio nocturno

Las nuevas generaciones proponen nuevas formas de ocio
La cultura urbana ha tomado las calles de una urbe que busca nuevas formas de diversión

Lugo vive de día. Sin embargo, entre cafés de sobremesa y plazas que se vacían temprano, como ha sucedido desde hace décadas, la juventud intenta prolongar la noche. En una ciudad marcada por el envejecimiento y por hábitos que miran más al sol que a la luna, los adolescentes y veinteañeros buscan espacios propios para reunirse, expresarse y crear. Para reinventar una marcha que, años atrás, fluía por lugares emblemáticos como la calle de los vinos, Clérigos o Ramón Ferreiro.

En el proceso para descubrir alternativas, los servicios públicos se han erigido como el primer bastión. La Casa da Xuventude y la oficina de información juvenil funcionan como punto de partida para quienes necesitan orientación, salas para actividades o, simplemente, un lugar en el que sentirse reconocidos. A su alrededor crecen programas que ofrecen alternativas: senderismo, talleres creativos, rutas en bicicleta, encuentros intergeneracionales... La propuesta es sencilla, pero efectiva: ocupar fines de semana con actividades que devuelven movimiento a la ciudad y llenan huecos que de otro modo quedarían vacíos.

La cultura urbana ha encontrado su manera de tomar las calles. Sesiones de danza, batallas de gallos o exhibiciones improvisadas transforman plazas en escenarios abiertos. Es ocio público y gratuito, nacido de la necesidad de expresarse en una ciudad con pocos espacios dedicados al público joven.

El skate tiene en Frigsa su punto de encuentro. Allí se concentran tablas y bicicletas, y, con ellas, una comunidad que se reconoce en la práctica compartida. El deporte se mezcla con la socialización y convierte una instalación en un territorio propio, ajeno a los horarios que marca el resto de la ciudad.

También los parques y los paseos fluviales se llenan de vida cuando el tiempo acompaña. Grupos de amigos, talleres municipales, deporte y familias que aprovechan las actividades de verano convierten los espacios abiertos en escenario común, en sustitución de una gran industria del ocio que Lugo nunca ha tenido.

La fotografía final no es la de una ciudad sin opciones, sino la de una juventud que se reinventa. Con menos peso demográfico que otras generaciones, ha aprendido a transformar la calle en sala de conciertos, el parque en pista de baile y la plaza en lugar de encuentro. En esa reinvención silenciosa late un Lugo que todavía se acuesta temprano, pero que, gracias a su gente joven, empieza a descubrir nuevas formas de amanecer.