Friol, el lugar en el que el queso desafía al paso del tiempo
La identidad de Friol está unida al queso. Desde hace siglos, el municipio lucense es reconocido por la producción artesanal y por la presencia en las ferias en las que se mezclaban comercio, vida social y orgullo de pertenencia. La Feira do Queixo e do Pan de Ousá, declarada de Interés Turístico de Galicia en 1997, es hoy la expresión más visible de una tradición que sobrevivió incluso en los momentos más difíciles.
El Catastro de Ensenada de 1752 ya mencionaba la importancia de la ganadería en Friol, orientada tanto al autoconsumo como a la venta en mercados locales. En el siglo XIX, con la especialización agrícola de Galicia, el queso de Friol se consolidó como producto de referencia en las ferias comarcales. En la década de 1920, según reflejan las hemerotecas, era habitual encontrar piezas de Friol en los mercados de Lugo y en expediciones hacia A Coruña.
La feria de Ousá, que se celebra cada Domingo de Ramos, es la heredera directa de aquella tradición. Según datos municipales, la cita reúne a unas diez mil personas en un solo día. Se venden alrededor de diez mil piezas de queso y ocho mil de pan. Cuenta con la participación de más de cincuenta expositores. El contraste con los orígenes es evidente: en los años ochenta, cuando la feria se relanzó en su formato actual, apenas reunía a un millar de visitantes y a una veintena de productores. La intención era clara: preservar una tradición que corría el riesgo de desaparecer y reforzar la economía local en un Concello que hoy cuenta con más de tres mil habitantes repartidos en más de cuarenta parroquias.
El queso de Friol no está amparado por denominaciones de origen como Arzúa-Ulloa o San Simón da Costa, pero mantiene un reconocimiento popular basado en su elaboración artesanal. Estudios de la Universidade de Santiago de Compostela destacan sus características diferenciadoras: textura suave, corteza natural y un sabor mantecoso con un porcentaje de grasa superior al de otros quesos frescos gallegos. Esa singularidad alimenta la fidelidad de quienes lo buscan cada año en la feria.
Pero el menú no se limita a los lácteos. El pan completa la identidad. Elaborado en hornos de leña que aún se conservan en las parroquias, cuenta también con referencias históricas. El Archivo del Reino de Galicia recoge documentos de 1835 en los que se aludía a las «manteigas e pans brancos de Friol» como productos destacados en las ferias de Lugo. La pareja pan y queso forma, una marca indeleble del Concello.
Friol se ha convertido en un ejemplo de resistencia cultural. En un tiempo marcado por la producción masiva y la distribución global, la feria de Ousá representa una manera de afirmar la identidad. No es solo una cita gastronómica: es la memoria de un calendario en el que las ferias eran el centro de la vida comunitaria, el lugar donde se cerraban tratos, se resolvían disputas y se fortalecían vínculos sociales.
Cada primavera, cuando miles de personas se reúnen en Ousá, lo que se celebra no es únicamente el sabor de un queso o de un pan. Lo que se festeja es la continuidad de una memoria que sobrevivió generación tras generación. Friol, tierra de quesos y ferias, mantiene viva su tradición y le da un lugar en el presente y en el futuro.